Asistir un parto complicado en tiempos de Covid-19
Ya han pasado más de dos meses…
Ahora ya tengo la fuerza, y también la necesidad de compartirlo.
Compartir, cómo se siente sortear una emergencia durante el parto, en medio de la pandemia.
Siento que es honesto hablar de este tema. Por fortuna, ocurre en la minoria de los partos.
Tras darle una cálida bienvenida a un bebé hermoso en medio de ese primer abrazo de mamá, todo marchaba bien.
Minutos después, vino una fuerte hemorragia.
De inmediato active el código de emergencia y empecé el protocolo de manejo.
En instantes llegaron a la sala de partos los colegas de refuerzo. Este vez tardaron un poco más para entrar, solo un poco, mientras colocaban todos sus elementos de protección.
Uno a uno se unieron a la emergencia. Los sentí cerca pero a su vez tan lejos. La sala de partos tenía una atmósfera distinta. Parecía estar en medio de una realidad paralela.
Ahora teníamos que gritar para que uno escuchara la voz del otro. “Pásame la oxitocina”…”cómoo?”… “ que me pases la oxitocina”… las gruesas mascarillas y la careta ahora son una barrera para la transmisión de nuestra voz.
En cierto punto una colega obstetra que fue otro ángel, estaba tan cerca de mi , ayudándome, que chocamos nuestras cabezas. Nos miramos y caímos en cuenta: claro! , estas nuevas caretas aumentan el volumen de nuestras cabezas y ahora debemos tener esa nueva proporción espacial para no chocarnos.
Parecía una película de ciencia ficción. Por un momento no me sentí en esta tierra. Era posible que este virus hubiera llegado tan lejos como para arrebatarnos nuestra voz, nuestra propia percepción espacial de nuestra anatomía para sortear una emergencia?
Quizás si. Pero lo único que no ha podido arrebatarnos en este escena, es ese reflejo innato y automático que tenemos médicos,enfermeras, Instrumentadoras: trabajar en equipo, darlo todo, vencer el miedo.
En ese momento el Covid se nos olvidó. Todos fuimos uno, sin distancias, con precaución pero sin prevenciones.
La hemorragia se detuvo.
Los signos vitales se estabilizaron. Hicimos una pausa, respiramos profundo. Y con nuestras miradas tras gafas de protección y caretas nos dijimos “gracias “.
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